La topografía de la zona describe un descenso hacia la cuenca del rio Manzanares, eje urbano sobre el que se desarrollan las últimas actuaciones públicas de la capital. El barrio por lo tanto dispone de una gran trama de espacios urbanos peatonales y jardines históricos conectados entre sí, que compensan la alta densidad arquitectónica de las zonas construidas.

La calle en la que se sitúa el edificio queda orientada según un eje norte-sur, ofreciendo su fachada principal hacia el este. Se trata de una calle marcada por una fuerte pendiente descendiente que favorece una gran perspectiva visual sobre el sur de la capital. Al mismo tiempo, la calle va ganando en anchura hasta llegar a su entronque perpendicular con la calle Mauregato, lo que redunda en una mejora de la ventilación natural.

El edificio aprovecha esta condición de gran volumen construido sobre una acentuada topografía para trazar unas viviendas perpendiculares a fachada, orientadas hacia el sol del sureste y con ventilación cruzada en su gran mayoría.

La fachada explora esta imagen destacando las líneas horizontales de su composición y volando unos miradores desde los espacios estanciales de la casa. La mayoría de los espacios vivideros quedan en contacto con el exterior.

Su diseño de franjas blancas y negras busca una rotunda ruptura con la estética circundante de colores pastel y colores terrosos, pero explorando una clara relación en el uso del material predominante en la zona, el ladrillo visto.

El encuentro con el terreno se resuelve mediante un gran zócalo de hormigón visto, acabado en una textura ranurada en vertical que dialoga con las franjas superiores de la fachada.

Entre los materiales utilizados en su exterior, predomina el ladrillo en dos tonalidades, interrumpido únicamente por unos grandes miradores que se proyectan hacia el exterior. Estos miradores se extienden mediante un balcón para reforzar la relación entre el exterior y el interior de la vivienda.

En el interior, las viviendas destacan por un uso equilibrado de los entornos cromáticos. La elección de colores claros para captar esa luz, genera ambientes de relax y reposo que favorecen una agradable vida familiar.

El uso de procedimientos constructivos enfocados al ahorro energético, junto con la instalación de equipos de calefacción e iluminación más eficientes, produce una mayor eficiencia en la producción y un consumo energético más reducido.

Para potenciar su confort, el programa doméstico de las viviendas se completa con tres plantas bajo rasante en las que se ubican las plazas de garaje y los trasteros, y se complementa con una sala de uso múltiples, todo ello interconectado mediantes elevadores eléctricos en cada uno de los portales.

Así, se obtiene un edificio de viviendas bien ventiladas, modernas y luminosas en uno de los enclaves con más futuro de la capital.

Equipo de Arquitectos del Estudio GEA Arquitectos